La historia de Isla Negra está íntimamente ligada a la vida de Neruda. Originalmente conocida como "Las Gaviotas", este nombre fue cambiado por el poeta debido a las rocas oscuras que predominan en la costa. Neruda adquirió la casa en 1938 y, durante los años siguientes, la remodeló para que reflejara su personalidad y sus intereses. Se inspiró en la arquitectura de un barco, con angostas escaleras y ventanas en forma de ojo de buey, creando una conexión aún más fuerte con el mar.


La casa de Isla Negra no se construyó de una sola vez. Neruda la fue ampliando y adaptando a lo largo de los años, añadiendo habitaciones llenas de objetos curiosos y decoraciones que había recopilado durante sus viajes alrededor del mundo. Cada rincón de la casa tiene una historia que contar, desde las colecciones de conchas marinas hasta las antiguas botellas de vidrio que capturaban la luz del sol al atardecer.
Isla Negra fue el escenario donde Neruda dio vida a muchos de sus poemas más intensos y conmovedores. Su poesía en este lugar capturó la esencia del mar, el amor, la melancolía y su conexión profunda con la naturaleza.

"Aquí en Isla Negra,
el mar ha hecho de mí
un marino torpe y solitario."
Esta oda expresa la fascinación de Neruda por el mar y cómo este ha influido en su vida y su obra. Isla Negra, con sus olas rompiendo contra las rocas y su brisa salada, se convirtió en un símbolo de su identidad poética.
"Isla Negra, resplandor en la niebla,
donde las olas dibujan en la arena
sus nombres efímeros,
eterno y perpetuo en su espuma."
En este poema, Neruda personifica a Isla Negra como un lugar mágico y eterno, reflejando la calma y el misterio del océano.
Muchos de los poemas de "Cien sonetos de amor" fueron escritos en Isla Negra, inspirados por su esposa Matilde Urrutia. Sus versos se llenan de la ternura y la pasión que sentía hacia ella, mezclados con la tranquilidad que les brindaba este rincón costero.